El pequeño monstruo ha salido de su celda. Está listo para saltar al mundo.
Un rumor vegetal anuncia su llegada. Ha sido creado con fines específicos y sabe que su tarea es ardua. Se prepara para instaurarse como modelo estándar del consumo masivo, es la “medida justa”, el “equilibrio perfecto”, un componente imaginario de niño ideal con la docilidad necesaria para ser trasformado conforme a los estigmas de una época. Toda su monstruosidad reside en la intención de aquellos que depositaron en el sus expectativas de “Ser absoluto”, para fomentar una idea de unificación social que nos momifique indefectiblemente. De oscuridad reinante nos cautiva con su traje perfumado en composé y sus ojos cándidos de criatura ingenua. Envuelve de a poco nuestra capacidad de reflexión y de un modo exquisito anula el filo de todos los parpados medio dormidos. Es capaz de encantarnos con cualquier absurda promesa de felicidad, de espejos límpidos en los que ojeamos el maravilloso universo de refilón.
Pronto acumulará seguidores, impartirá normas, conformará un mecanismo de individuos idénticos a el y tendrá la legitimación que precisa. ¿Es entonces realmente culpable de ser lo que es? ¿Nos asusta la diferencia que existe entre el y nosotros o solamente no ser parte de su ejercito de amigos?
Quizás sea el producto de la necesidad de un patrón de conducta para asegurar la continuidad del orden, para encausarnos en un camino frecuente sin alteraciones posibles, que compruebe una vez mas la debilidad del ser humano protegiéndose en los escondites de una multitud que aplasta su individualidad.




grupo MANDA/MIENTO arte